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SIC MUNDUS CREATUS EST*

En el medio de la noche, hay un sonido que reemplaza al de los sapos y las aves nocturnas en el Amazonas, y es el de los pastos y árboles achicharrándose.

Mientras tanto en Miraflores, una pareja termina un capitulo de Dark en Netflix y se percata que el ruido de las combis ha sido silenciado por las voces de cientos de personas frente a la embajada de Brasil, exigiendo acción ante estos incendios.

“En un mundo al borde del colapso, con imágenes apocalípticas como las del Amazonas, con el clima descontrolado y los océanos llenos de plástico” parecería ser el tráiler apropiado para esta película. Los escépticos pensarían que la única solución seria volver 33 años atrás, y empezar un cambio.


Y, a decir verdad, ¡parece que algo así estuviera ocurriendo! En los últimos meses han estado apareciendo en algunos distritos de la capital, una serie de ordenanzas ecológicas que incentivan la construcción de edificios sostenibles.


Si bien hay algunas empresas que ya han empezado a aprovechar estas ordenanzas, otras aún tienen miedo de subirse a la ola verde, y esto, básicamente por el mercado al cual deben dirigir su oferta.


Siguen siendo los consumidores quienes parecen vivir en 1986 y creen que ser ECO es mas caro, y que para que un edificio sea ecológico tiene que tener paneles solares o estar cubierto de plantas. Seria ideal que se dieran cuenta que tener un aireador en su caño, o que cambiar sus confiables focos incandescentes por LED les va a traer un beneficio económico además de cuidar el planeta.


Hace unos años ocurrió una singularidad. Parecía como si un agujero de gusano se hubiera abierto, cuando el gobierno lanzo el plan Mivivienda Verde. Pensé que iba a ser un buen inicio para demostrarle al comprador que un edificio ecológico podía ser una buena inversión. A pesar del éxito del programa, no ha habido aún proyectos emblemáticos que le saquen el máximo provecho a las posibilidades. Por suerte, la segunda etapa de este proyecto esta a punto de ser lanzada, con algunos requisitos mas específicos y por ende, con un impacto positivo en la ciudad.


Es ahí donde se nos abre a los arquitectos la posibilidad de innovar, de aprovechar los requisitos y sacarles el máximo provecho y no cumplir por cumplir con las características y las certificaciones, sino hacer una arquitectura acorde con la ciudad, y que refleje sus nuevas particularidades. Es decir, no solo ser verde, sino parecerlo.


En este ámbito tenemos que ser los primeros en actualizarnos y promover las múltiples posibilidades que nos da tanto la tecnología como la variedad de productos en el mercado. Recordar aquellas películas futuristas que tanto nos afanaban de chicos y volverlas realidad, y sobretodo tener la fuerza para convencer al promotor o inversionista, que apostar por un edificio ecológico es su mejor opción.

Mientras haya ciudadanos que salgan en la noche a marchar por los bosques, y aparezca cada vez mas personas que lleven sus bolsas al súper o prefieran la bicicleta al carro, habrá una posibilidad de que las entidades nos escuchen. Seria genial una ordenanza específica en cada municipalidad, y sería alucinante un plan para todo Lima, y seria un sueño que cada ciudad y pueblo tengan incentivos para construir de forma sostenible, y premios para los ciudadanos que vivan en esos edificios, y espacios donde promover la ecología, y organizaciones que los utilicen, y medios de comunicación que nos sorprendan con noticias positivas y datos de cuántas toneladas de CO2 están ahorrando estas viviendas, y como los nuevos propietarios son mas conscientes, y de que forma ese jardín nativo arbolado les da de comer y ese techo verde xerófilo esta compensando un poco los desastres de los que empecé hablando.

Al ver las miles de fotos de los incendios en el amazonas, es importante pensar en la forma en la que cada uno puede contribuir por un mundo menos OSCURO y mas VERDE.


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